viernes, 28 de septiembre de 2007

Bienaventuranzas de la familia


Felices las familias que han descubierto que no es lo mismo esforzarse por formar un hogar, que, simplemente, preocuparse por construir una casa.

Felices las familias que se dan cuenta de que no es lo mismo dialogar en serio, poniéndose en el lugar del otro, que, meramente, contarse algo que pasa.

Felices las familias que saben que no es lo mismo compartir lo que se posee, que prestar alguna cosa o, de vez en cuando, "hacer beneficencia".

Felices las familias que han comprendido que no es lo mismo practicar una religión y dar cumplimiento a ciertos ritos, que vivir la fe y que esa fe sea vida.

Felices las familias que aprendieron a practicar la tolerancia cuando surgen las diferencias y ponen el amor por sobre todo; el amor que todo lo cree y todo lo perdona.

Felices las familias que confían en sus hijos, que honran a sus ancianos, que atienden a los más débiles y construyen, poco a poco, una sociedad mejor.

Felices las familias que son semilla de nuevas familias que seguirán peregrinando en el amor.


Jesús nace en una familia

Desde el momento en que elegimos comprometernos con el Proyecto de Dios, descubrimos a nuestra familia, a nuestros hermanos y hermanas en la fe, y a nuestra Madre María.

¿Qué significado tiene para nosotros hoy la familia? En familia es donde aprendemos a hablar, a caminar, a relacionarnos con los demás, conocemos las primeras reglas y nuestros propios límites, y también aprendemos lo que es el amor y la solidaridad fraterna.

Muchas veces, nos peleamos entre nosotros, con nuestros padres, con nuestros hermanos, porque las condiciones no están dadas como a nosotros nos hubiera gustado.

Jesús nace en una familia de gente humilde, como la mayoría del pueblo de su época, y las circunstancias en las que vino al mundo no son las que cualquiera de nosotros hubiera elegido. y sin embargo, como hombre, Jesús es capaz de sortear todos los obstáculos que fueron poniéndose en su camino.

Es perseguido por el poder, vive en el destierro y en la angustia. No tiene casa, ni lujos, se gana el pan trabajando con sus manos y se esfuerza por asegurar el pan verdadero para todos los hombres.
Jesús se hace hermano nuestro para que la Palabra de Dios tenga un sentido profundo de verdad, porque se solidariza con nosotros, porque ha vivido y sentido lo que quiere comunicar, porque ve lo que hay en el interior de los hombres.

Y viene a nacer en una familia con un padre como José, paciente, comprensivo, trabajador, desinteresado y una madre como María, bondadosa, capaz de ofrecer su vida .Como familia tenemos un modelo.

P. Aderico Dolzani, SSP





2 comentarios:

Anónimo dijo...

seguros que estas son??????

María Inés Maceratesi dijo...

A quien comentó este post quisiera decirle algo-ojalá hubiera colocado su nombre.
No interpreto tantos signos de interrogación colocados al final de la frase pero, creo que puedo intuir que estaría diciendo algo como ¿éstas son las únicas bienaventuranzas, las verdaderas? Son las que el autor consideró válidas desde su pensamiento y vivencias pero, creo que cada familia puede y debe encontrar las propias y expresarlas de la mejor manera, viviéndolas. Dios no nos impone nada, ni siquiera las bienaventuranzas de la familia, sino que respeta nuestra libertad de elegir entre muchas opciones. Gracias por tu aporte.