miércoles, 9 de abril de 2008

La tarea educadora de los padres


La educación es una tarea prioritaria, indelegable, insustituíble, urgente...y podríamos seguir adjetivando indefinidamente para otorgarle toda la fuerza que es necesario aplicar para avivar el fuego en todos los ámbitos, tanto privados como estatales ya que, sin personas educadas, ninguna sociedad tiene un futuro promisorio.

En esta tarea, la que está comprometida en primer lugar, es la familia, ya que, todos lo sabemos, es la primera escuela de la persona humana.

Mucho antes de que un niño acceda a un aula por primera vez, recibe en su familia los rudimentos de la cultura humana y también de la fe, si la familia es creyente.Los valores que hacen a la vida de una persona el mundo, como son: el respeto, el trato con los demás, el sentido de la generosidad, la posibilidad de integrarse adecuadamente en una comunidad determinada, también son transmitidos por la familia, la cual es la encargada de facilitar y orientar el recorrido del camino de cada uno de sus miembros.

Los expertos aseguran que es en los primeros años de vida, incluso antes de los 6 años, se configura de un modo casi definitivo la personalidad, entonces, ¿cómo se hace en un contexto social y cultural como el que vivimos actualmente para que la familia pueda ejercer sus derechos y deberes?

La cultura actual no ayuda precisamente a eso, sino más bien, debilita el interior de la familia introduciento antivalores a través y sobre todo, de algunos medios de comunicación social contribuyendo al quiebre de la unidad familiar.
La preocupación a veces imprescindible por sobrevivir en un contexto económico y social muy negativo, la formación escasa de padres y madres para educar a sus hijos son factores negativos que apartan a los padres de esta tarea indelegable.
La intromisión no sólo es privativa de los medios de comunicación, sino también de otras instituciones y aún del mismo del Estado; intromisiones innecesarias como, por ejemplo, en la intimidad de la formación de la persona. Es necesario que la familia redescubra su papel y su misión.

Por todo lo dicho, habría que pensar hoy en nuevos ámbitos, con novedosas propuestas de participación de los padres, ámbitos de reflexión, profundización y debate sobre situaciones concretas con las que la sociedad y la cultura nos interpelan, tratando de encontrar respuestas a esas situaciones desde lo que cada familia es, tiene y adoptó como estilo de vida.

Habitualmente, desde algunos ámbitos, se han instrumentado Escuelas para Padres con un enfoque según mi entender no muy convincente, ya que se convoca a los mismos para, de antemano, informarlos sobre cómo deberían educar a sus hijos o tal vez, informarlos sobre distintas temáticas (adicciones, enfermedades, comportamientos destructivos) pero con escasa participación de los mismos.

También según mi entender, nadie se da cuenta de algo simplemente por escucharlo de otra persona sino y cuando un hecho le toca la vida de manera tal, que le produce un shock y le advierte sobre la necesidad de rectificar algo. Ahora bien, esperar el momento de un hecho traumático para darse cuenta de algo, sería francamente infantil, habiendo tantas herramientas para prevenir, para atender y para rectificar o ratificar el camino.

La propuesta novedosa debería partir de la necesidad de quienes pensamos que tienen que ser "asistidos y educados" (los padres) y la mayoría de las veces no tenemos en cuenta ésto, y tendemos a ir con un discurso ya elaborado. Se supone que para acompañar a otros en un aprendizaje, el que acompaña debe ser una persona capaz de reconocer que también está en continuo aprendizaje y posiblemente en el intercambio de saberes, de conceptos, de ideas, pueda descubrir alguna "novedad" que le ayude en su tarea.

Autor: María Inés Maceratesi

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