viernes, 11 de enero de 2008

Familia y vacaciones

Vacaciones: tiempo de ejercitar el buen humor en familia
por Joaquín Rocha
Psicólogo


Las vacaciones, tiempo soñado y esperado, son una oportunidad para el reencuentro familiar. Suena paradójico, pero es una realidad que la época que nos toca vivir está atentando contra la familia. Más que a tiempo, vivimos, familiarmente hablando, a destiempo.

Frente a estas expectativas de encuentro, se debe manejar con mucho cuidado. Muchas son las veces que se idealiza o se fantasea como la solución a los problemas familiares, y si esto no ocurre se cae en una frustración que se hace difícil de remontar a lo largo del año.
No siempre que se planean unas vacaciones, éstas se viven como algo positivo y deseado, sino todo lo contrario. Los mismos desacuerdos vividos en casa se trasladan, con otra escenografía, al espacio vacacional.
Si las vacaciones sirven para compartir lo que en muchas oportunidades no se puede el resto del año, debemos hacer algo para lograrlo. No sólo desearlo, sino predisponernos a ello. Apelar al buen humor es una de las soluciones posibles.

Tengamos en claro primero qué entendemos por buen humor. El buen humor es un rasgo de la personalidad. Es la actitud propia de las personas realistas, o sea, de las personas que aceptan la realidad sin negarla, de los que analizan las causa y concretan necesidades. Dicho en otras palabras, quien tiene buen humor es capaz de descubrir lo positivo de las personas, cosas y circunstancias, en las que otros se dejarían llevar por la tristeza, desilusión, dificultad, fracaso, pesimismo, desánimo. En definitiva, estamos hablando de una actitud, una actitud hacia la vida, una actitud hacia las dificultades, en un poder desdramatizar las situaciones conflictivas. Con humor, se aprenden a tolerar las frustraciones y superar fracasos. Genera creatividad, comunicación y reconciliación. ("Autoestima, respeto y buen humor" de mi autoría).

A todos nos gusta disfrutar de las expresiones de buen humor y alegría. Es un hábito que nace desde la familia y en la familia. Por eso, es importante generarlo en nuestras vacaciones sabiendo diferenciar que es una anécdota de un verdadero problema. El sentido del humor nos permitirá, entonces, compartir aportando soluciones creativas ante situaciones que de otro modo nos desalentarían. Nos ayudará a poner los problemas en perspectiva y no sentirnos desanimados. Recordemos: el buen humor se contagia.

Los padres debemos dejar aflorar los aspectos más lúdicos de nuestra personalidad, lo cual nos permitirá gestar experiencias nuevas que ayudaran a reforzar el vínculo con nuestros hijos.
El buen humor recupera el volver a jugar en familia. Aunque nuestros hijos sean adolescentes. Es este caso debemos ser flexibles con ellos y "negociar" más que exigir, para no crear conflictos. La escucha activa en es este caso una herramienta que debemos echar mano. Tener en claro que las vacaciones en familia no implican estar todo el día pegoteados, sino algo así como "juntos pero no revueltos".

Si bien las expectativas son importantes, no debemos exagerar, sino hacerlas coincidir lo más posible con lo que nos ofrece la realidad, para no ejercer presión para que las cosas nos salgan de acuerdo a ellas.

Es un tiempo de relax, que necesita de acuerdos entre todos para tener en claro las responsabilidades de cada uno.

Por más planificadas que se tengan las vacaciones, debemos estar abiertos al azar o a las contingencias para adaptarse a las situaciones que se presenten.

Las vacaciones son una época de encuentros. De nosotros depende que así sea.

Fuente: San Pablo On Line

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