miércoles, 18 de junio de 2008

Aprender a jugar con los hijos

La búsqueda de un hueco en nuestra apretada agenda para jugar con los hijos es casi tan importante para el desarrollo de los niños como una buena alimentación. Sin embargo, no es tarea fácil. A muchos los padres y madres les puede resultar tedioso y, además, requiere un esfuerzo en el día a día marcado por el estrés y el poco tiempo libre.

El juego es especialmente importante hasta los tres años de edad, dado que en ese periodo de tiempo los niños juegan menos entre sí y prefieren a sus padres.

En esta línea, diversos estudios demuestran que las familias que han hecho del juego una base de unión en la infancia han tenido menos problemas en la turbulenta etapa de la adolescencia. Así pues, los expertos recomiendan a los padres dedicar al menos media hora diaria a jugar con sus hijos. Pero se pueden tener muy buenas intenciones y no saber cómo hacer ese encuentro atractivo y beneficioso.

El juego, clave para el desarrollo de los niños

Un informe publicado por la Academia Americana de Pediatría (AAP) destaca que el juego permite a los niños expresar su creatividad y desarrollar su imaginación, su destreza manual y sus aptitudes físicas, cognitivas y emocionales, por lo que es importante para el desarrollo saludable del cerebro.

Entre las virtudes del juego destaca también que cuando se juntan varios niños aprenden a trabajar en grupo, a compartir, negociar, resolver conflictos y a defender sus puntos de vista. Y cuando tienen ocasión de jugar con sus padres, los niños perciben que los adultos les prestan toda su atención y contribuye a construir relaciones duraderas.

En este sentido, según un estudio del Colegio de Pedagogos de Cataluña, el juego duplica la capacidad de concentración y de memoria del niño, por lo que el aprendizaje resulta más sencillo cuando realiza este tipo de actividad.

El juego es pues clave para el desarrollo de los niños, sobre todo en las edades más tempranas, y es recomendable hacerlo en compañía de los padres. Como ya hemos comentado, cuando los pequeños juegan agudizan sus sentidos -el tacto, la vista y el oído son básicos para ellos-, agilizan el movimiento de pies y manos, y fortalecen su capacidad mental. Pero esta actividad no sólo debe ser un mero entretenimiento, sino que ha de cumplir dos objetivos: convertirse en uno de los principales hilos conductores del amor entre padres e hijos y, al mismo tiempo, tener una vocación educativa. Para que esto sea posible, el padre y la madre deben aprender a jugar correctamente con los niños.

Elizabeth Fodor, psicopedagoga experta en juegos y autora, junto a Montserrat Morán y Andrea Moleres, del libro "Todo un mundo de sorpresas", asegura que "no importa tanto la cantidad (de juego) como la calidad".

El juego en casa

Es habitual que los padres no tengamos problemas para inventar juegos para nuestros hijos cuando éstos ya tienen cuatro o cinco años. No obstante, las dificultades surgen cuando los niños son todavía unos bebés porque muchos padres tienen la idea preconcebida de que no se percatan de lo que ocurre a su alrededor. Pero en edades tempranas, los niños están deseando ver cosas nuevas, escuchar ruidos distintos, tocar objetos diferentes y, sobre todo, sentir el amor del padre y de la madre a través de gestos afectuosos y palabras bonitas.

Jugar es una buena forma de demostrarles cariño y, a la vez, sirve a los pequeños para despertar sus sentidos y fomentar algunas destrezas básicas.

"Hay que dar la oportunidad al niño para realizar una actividad y motivarle con mucho amor, paciencia y una gran dosis de alegría", insiste la psicopedagoga.

Por ello, se aconseja a los padres que dediquen al menos media hora diaria a jugar con sus hijos. Aunque pueda parecer poco tiempo, es suficiente si las actividades se realizan en las condiciones adecuadas y los adultos las han pensado con antelación y saben estimular a los niños. No se trata de jugar mucho rato, sino de hacerlo bien. "Si el padre o la madre están malhumorados o estresados por el trabajo, mejor que ese día no jueguen con los pequeños porque se dan cuenta de todo y no se van a concentrar", indica Fodor. Sólo en un ambiente idóneo y con la pareja entregada los juegos son eficaces.

Por lo tanto, los padres debemos tener presente que el juego es una actitud que nos permite, a adultos y a niños, disfrutar con unas pompas de jabón o unas piedras lanzadas a un riachuelo para que se las lleve la corriente. Y así debemos incorporarlo en su educación:

Los padres debemos dejar a los niños su propio espacio pero vigilándoles y procurando que ellos mismos vayan descubriendo el tipo de juego que más les gusta.

Es importante implicar el juego en las rutinas familiares que les puedan resultar nuevas como, por ejemplo, ayudándonos a colocar la compra, ordenando la habitación o planteando como un juego el hecho de meter los juguetes en una caja para ver cuántos caben.

Cómo debemos enfocar el juego

Jugar en familia debe ser un acto natural y espontáneo, contemplado dentro de las actividades familiares, como una actividad más de todos los miembros de la familia, no sólo de los hijos. Tanto para niños como para padres, el juego es necesario en su relación.

Es fundamental la práctica habitual del juego desde los primeros años de vida del niño y ejercitarlo de manera continuada durante su crecimiento.

Jugar desarrolla la capacidad de disfrutar, de las cosas más cotidianas de la vida y hacer especiales momentos que tal vez por si mismos no dejarían de ser una actividad normal.

Los padres debemos tener plena confianza en la capacidad de nuestro hijo para jugar y otorgarle la iniciativa.

A la hora de jugar

Planificar con nuestros hijos lo que vamos a hacer juntos, les hará sentirse partícipes de las acciones familiares y se sentirán parte implicada de la familia.

Debemos dejarnos arrastrar por la lógica infantil, sin perjuicio de poder aportar ideas y pautas que el niño pueda utilizar. Es importante que el adulto sea el que se adapte al juego del niño, y no pretenda que éste salga de él.

Hablar de jugar juntos no significa necesariamente jugar en un espacio predeterminado. El juego puede nacer de cualquier momento, de cualquier circunstancia y en cualquier espacio.

No hay comentarios: