El saber dominar las emociones puede ayudarnos en el día a día laboral. Una persona que sabe controlar sus impulsos y los aplica de forma correcta en su trabajo, puede contribuir a lograr un buen clima laboral .
Son innumerables los sentimientos que pueden aflorar y que repercuten a la hora de realizar un trabajo y que se manifiestan también en las relaciones laborales:
Las personas alegres perciben el mundo como un lugar seguro, toman decisiones con facilidad y son más tolerantes con los demás.
Una buena carcajada ahuyenta todos los males, además de ser saludable.
La esperanza es la reserva de energía que te permite tener ilusiones y hacer planes respecto a tu futuro profesional.
Hay situaciones que nos desbordan, conflictos que se presentan y que crean la necesidad de descargar tensión. Sin embargo, un sentimiento de ira constante suele causar destrucción.
Las mujeres estamos mejor preparadas para defendernos ante una situación que implique sentimientos, ya que los expresamos con más sinceridad.
El amor juega un papel importante para sentirnos satisfechas de nuestra vida y, por supuesto, de nuestro trabajo. El ser humano está hecho para el amor y su vida es siempre un intento para conseguirlo.
Las presiones y los conflictos con nuestros compañeros son las causas más frecuentes del bajo rendimiento en las empresas.
El optimismo es clave en muchos trabajos. Las empresas lo saben, de ahí que seleccionen a gente con esa característica. Una persona optimista sabe plantarse ante las dificultades y cuando algo le sale mal o tiene que arriesgarse se muestra inmune al desaliento.
La empatía, capacidad de entablar buenas relaciones con los demás, también caracteriza al optimista inteligente.
Un buen empleado debe ser alguien que, además de trabajar bien y estar capacitado, sepa crear un buen clima laboral.
Una persona que sonríe, que disfruta de la vida y, sobre todo, de lo que hace, que en la mayoría de su tiempo es el trabajo que desempeña, goza de mejor salud.
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