domingo, 19 de agosto de 2007

En la edad de dar y darse


Hablemos de los abuelos

Ellos son en la familia, quienes representan y nos recuerdan con su presencia y su sabiduría "de dónde venimos" y "hacia dónde vamos".
Hablemos de cómo y cuánto los queremos, si los cuidamos y valoramos como corresponde porque son, generalmente, los que permiten y posibilitan el encuentro entre las diversas generaciones de una familia.

Hace poco tiempo leí esta noticia en un periódico:

Giorgio Angelozzi, un profesor de latín y griego de ochenta años publicó un aviso en los diarios solicitando ser adoptado por una familia. Giorgio, que enviudó hace doce años, vive solo en su casa rodeado de siete gatos y pasa sus días escuchando música o leyendo en su jardín. No tiene problemas económicos ni de salud. Pero necesita una familia y nietos que lo quieran como abuelo.

La historia, conmovedora y tierna, expone también el drama de una sociedad que deja de lado a sus ancianos, un tercio de los cuales vive solo, por presiones de la vida moderna.

Tal vez, muchos abuelos argentinos desearían tener el coraje de hacer lo mismo, porque no tienen una familia o porque, teniéndola, no encuentran cobijo en ella y quisieran compartir aun más su experiencia de vida con sus predecesores.

"La necesidad predominante del anciano es ser recibido en todo lo que tiene para dar", explica el psicólogo Claudio García Pintos. "Cuando no hay quien lo reciba se endurece y enferma. Darse, implica la más plena manifestación del ser humano como auto trascendente. Y esa característica es propia de la vejez". Para el especialista, en esta etapa se da una crisis de pertenencia social y familiar. La sociedad le otorga al viejo un "rol sin rol", "es decir; lo que se espera de él es nada. Y la familia a veces no sabe o no puede hacerse a la idea de tener un viejo".

El papel de la familia

Muchas veces el siguiente diálogo se reproduce con nuestros hijos pequeños:

-"Mami, en la casa de la abuela me comí tres platos de fideos"
-"¿Cóoomo? Si a mí me decís que no te gustan..."
- "Es que la abuela los hace más ricos"
- "Pero, si yo los hago igual que ella..."

El diálogo reproduce la especial relación que se da entre abuelos y nietos. Esa atracción magnética y recíproca, generación de por medio, se construye basándose en cuentos sobre las rodillas, chocolates y dulces, comidas preparadas con amor y con tiempo o paseos interminables a la plaza.

Tiempo, algo que parece faltar siempre en la vida de los adultos en actividad, es el material del que chicos y abuelos disponen en abundancia y, por lo general, saben emplearlo en mutuo beneficio con grandes gratificaciones para ambos.

No hay comentarios: