domingo, 23 de junio de 2019

La pareja ante la llegada del primer hijo



Las numerosas corrientes psicológicas a través del tiempo, nos han ido cambiando los esquemas según fuera la visión del psicólogo, de la cultura imperante y de la época. Y así la mayoría de ellos nos daban recetas sobre qué y cómo educar a nuestros hijos.

Es así que algunos proponían que, cuando un bebé lloraba, había que dejarlo llorar y no levantarlo de su cuna para "no malcriarlo". Los pediatras por su parte, nos instruían sobre horarios de alimentación, la decisión de darle o no de mamar según la ocupación materna...en fin...y qué no decir de los abuelos, especialmente las abuelas y otros parientes preocupados por el bienestar del recién llegado. Nadie se ocupaba de la mamá, del papá y de todo lo que a ellos les estaba sucediendo.

De pronto, aunque durante nueve meses imaginaron la llegada de un bebé, ahora estaba allí, llorando y demandando atención sin que ellos pudieran descansar como antes, salir como antes, invitar amigos como antes; ahora había "un desconocido" entre ellos.

Por supuesto que es un planteo un poco drástico pero sirve para describir cómo y cuánto se necesita en la pareja, conversar sobre estas situaciones, imaginarse la vida de a dos, de a tres, de a cuatro o más, nunca se sabe.

¿Y cómo imaginarse?...imaginar es hacerse, formarse una imagen de lo que más adelante podría llegar a hacerse realidad aunque, generalmente, se hace sin tener en cuenta el contexto ya que una situación varía imaginándola a cuando se hace realidad.

La imaginación nos lleva a situarnos en un escenario con personas y cosas que tenemos pero la llegada de un niño hace que el escenario cambie y se convierta en algo que no podríamos haber imaginado nunca.

Llega un bebé que necesita habitar en la confianza. Habitar en la confianza... qué linda expresión, qué seguridad nos proporciona habitar en la confianza cuando ya somos adultos. Pero lo incorporamos desde la cuna. Sin saberlo, el bebé llora y espera que lo calmen, tiene hambre y espera ser alimentado, tiene frío y espera que lo abriguen. Si esas necesidades son satisfechas, aprenderá a esperar con confianza e irá creciendo y desarrollándose en esos valores. ¿Y de quién depende que así sea?, de los adultos que lo rodean quienes a su vez, habrán experimentado esas mismas necesidades y esperado respuestas.

Mamá y Papá también necesitan espacio para apoyarse mutuamente, distribuirse los roles, compartir tareas nuevas, cambiar los pañales, preparár los biberones, jugar con el bebé e ir monitoreando su desarrollo normal. Necesitan confiar uno en el otro y así transmitir seguridad al hijo en sus primeros días y más.

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