domingo, 23 de junio de 2019

La familia, lugar de convivencia




El auge de las redes sociales hizo que, durante mucho tiempo, no escribiera más en este blog al que nombré "Familiarmente" pero al fin y al cabo uno acaba llegando a la conclusión de lo efímero que es lo que se comparte en las mismas.

La evidencia está en este mismo blog, que lleva años desactualizado y sin embargo, hoy me pregunté que sería de mis sitios, aquéllos que cree allá por el año 2007 y entrar a ellos dándome cuenta que todo lo que había publicado seguía allí, me produjo una profunda emoción.

Si bien no abandoné mi pasión por escribir y con ello contribuir con algo a la sociedad en la que habito, mis intereses en este tiempo se fueron centrando en otros sitios que también cree con algunas temáticas similares.

Pero nunca es tarde para descubrir que la temática "Familia" sigue y seguirá siendo uno de esos temas que necesitan ser abordados desde diferentes ángulos para llevar a los lectores a encontrarse con una manera de ver y comprender de qué hablamos cuando hablamos de familia.

Hoy, pleno 2019, reina el desamparo, la exclusión, el miedo, la inseguridad y tantos desafíos que tenemos que afrontar y enfrentar si es necesario; y hacerlo como personas y como sociedad dado que hoy se está haciendo muy difícil vivir y también convivir.

No tenemos lugar para conocernos a nosotros mismos y es uno de los motivos por los cuales no podemos conocer a otros. Nos resulta fácil hablar y comentar sobre la vida de otros pero difícilmente seamos sinceros al referirnos a la nuestra..

La convivencia se nutre de vínculos y los vínculos se costruyen en base al conocimiento mutuo, a la respuesta que juntos encontramos frente a los dilemas de la vida. Respondernos preguntas es un ejercicio que practicamos desde nuestra infancia. Nos preguntamos ¿qué es?, ¿quién es?, y la vedette de todas las preguntas: ¿por qué?.

Nuestro nacimiento ya nos ubica ante el interrogante. Ahí no es el recién nacido el que pregunta sino sus padres. Y algunas preguntas que se hacen parecen feas de plantear pero, evidentemente, nos preguntamos ¿quién es este ser?, ¿cómo será convivir con él?, ¿qué necesidades tendrá?, Cómo podremos saber qué quiere, por qué llora, si tendrá frío, hambre, sed. Son preguntas simples pero a la vez muy profundas porque ese ser que llegó a nuestra vida, lo hizo con necesidades que por sí mismo no puede satisfacer.

Ese recién llegado depende de otros que interpreten sus necesidades y reclamos y sólo tiene su llanto para expresarse.

Hoy como adultos, y dependiendo la década en la que hayamos nacido, quizá tenemos también demasiadas preguntas y muy pocas respuestas, por éso necesitamos estar siempre en compañía de quienes nos ayuden con las respuestas, de ahí que los vínculos sean los mejores compañeros. Ya no somos niños y el llanto no es la única herramienta con la que contamos. Tenemos la palabra y es nuestro deber aprender a usarla bien para poder comunicarnos más y mejor. Seguiremos con este tema pero tomemos como punto de partida para reflexionar ¿qué rol ocupó y ocupa nuestra familia en nuestra vida de relación?

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