viernes, 8 de febrero de 2008

Un análisis de la familia para recuperar su centralidad



La situación de la familia hoy merece ser observada desde diferentes perspectivas. Una mirada puede realizarse a través del ámbito jurídico, donde se presentan casos para resolver según las leyes.

Según el Dr. Lucas Aón, juez de familia y profesor de la Universidad Católica Argentina, la conflictividad de la familia hoy, puede atribuirse en gran medida al factor económico dado que, debido a la necesidad de contar con un presupuesto digno que permita la manutención de la misma, los padres, madres e hijos comparten muy poco tiempo juntos debido a los compromisos laborales.

Y no es difícil hacer un análisis de la situación en la que nos encontramos: ya casi no hay feriados semanales, el sábado y el domingo pasaron a ser días laborables para la mayoría de los trabajadores, especialmente los jóvenes y especialmente si son empleados de lugares que permanecen abiertos todo el día y aún, y en algunos casos, también por la noche: shoppings, restaurantes, bares, etc.

De esta manera, una familia no logra compatibilizar horarios para pasar juntos momentos que son irrepetibles como celebraciones festivas o simplemente para reunirse a conversar.

Tampoco existe el tiempo ni el espacio para compartir problemas y buscar en la propia familia la solidaridad para resolver un conflicto de alguno de sus miembros. El hecho es que no se está presente cuando se necesitan mutuamente y ésto en gran parte es por las exigencias de los actuales empleos.

Haciendo una recorrida por los sitios on line que ofrecen puestos de trabajo, se observa que donde debería figurar el horario laboral a cumplimentar, en la mayoría de los avisos dice "Full time".

Y así van surgiendo en el seno familiar, desapegos,desmembramientos, alejamientos y, a la hora de resolver una cuestión que atañe a uno de sus miembros, son pocos los que conocen la situación y el problema a tratar.

El Dr. Lucas Aón refiere que los casos que se presentan en el Juzgado al que pertenece, la problemática actual hacia adentro de la familia, pasa por los problemas mentales de alguno o varios de sus miembros, especialmente la depresión, el segundo lugar lo ocupan los problemas de adicción y en tercer lugar la violencia doméstica para los cuales la Justicia no provee soluciones pero sí puede hacer que el estado provea a la familia tratamiento y contención.

Cuando un problema serio de adicción, violencia o enfermedad mental se presenta en una familia, todos sus miembros sufren algún desequilibrio porque todo se vuelve caótico y gira como en un enorme círculo vicioso, el enfermo no logra hacerse entender, la familia no comprende qué le está pasando y las consultas se demoran, en el mejor de los casos, y en otros, ni siquiera se advierte la necesidad de consultar con un especialista o al menos, con un consejero familiar quien podría encargarse de contener momentáneamente y luego derivar al especialista necesario.

La dificultad ante un enfermo mental, puede nacer nacido dentro de la misma familia y ésta es la que debería recomponer su funcionamiento para lograr la sanación pero, es sabido que por todo lo antes mencionado, no es posible en muchos casos, ocuparse de atender a un enfermo sin perder el trabajo.

El estado puede y debe contribuir para dar solución a muchas de estas situaciones, comenzando por otorgar mayor presupuesto, aportando recursos humanos y facilitando la capacitación de estos recursos humanos para que puedan llegar a realizar la contención primaria de quienes llegan pidiendo una ayuda.

Y como a veces no llegan a solicitar una ayuda, estos recursos humanos deberían estar presentes en ámbitos de detección tempranda de conflictos, como son las escuelas, las parroquias, los clubes sociales y deportivos, las empresas y tantos otros ámbitos. Ojalá algún día la figura del Consultor o Consejero Familiar -que no necesariamente tiene que ser un profesional- pueda contar con reconocimiento institucional y con la posibilidad de desarrollar esta labor en dichos lugares.

Quienes se prepararon y formaron para tal fin, todavía no son reconocidos como facilitadores que, formando parte de un equipo, pueden detectar, contener, orientar y derivar según cada caso particular a personas y familias afectadas por los males de este tiempo para evitar situaciones que van creciendo geométricamente y lo seguirán haciendo en el futuro si no somos capaces, como sociedad, de tender a un cambio cultural profundo, que valore más a las personas por lo que son que por lo que consumen y que se vuelva a respetar aunque más no sea, el domingo como día dedicado a establecer relaciones humanas, a compartir, a dedicar tiempo para el crecimiento espiritual, moral y físico.

Un día para dedicar al ocio creativo, al no hacer nada más que estar con los seres queridos, sin prisa, sin horarios, sin corridas. Actualmente se está poniendo de moda la filosofía "slow", que es todo lo contrario al "fast" y muchas personas la están adoptando como estilo de vida, lástima que sólo sea, en algunos casos, adherir porque es una moda y no una necesidad, el parar un poco, aflojar la cuerda y disfrutar del silencio, de la lentitud y de los afectos.

Muchos recordamos cuando éramos niños y los domingos se reunía la familia, no había violencia ni adentro ni afuera y si la había, se contaban con los dedos de una mano. Por las tardes se tomaba el mate, se compartía la vida y en última instancia se dejaba todo lo que no podía solucionarse humanamente, en manos de Dios.

Volver a Dios también es un tema que tendríamos que plantearnos como urgente. Hemos comenzado la Cuaresma, tiempo de conversión y de volver a nuestro interior para rescatar lo mejor de nosotros mismos y devolverlo a los demás en forma de obras y obras de AMOR, inspiradas por el Espíritu Santo que habita en nuestro ser.

Por: María Inés Maceratesi

1 comentario:

Anónimo dijo...

tiene muy buen contenido, creame que tambien soy de la misma opinion...
muy poca gente se preocupa por el daño que se le puede causar a los hijos, sea psicologico, economico,sociologico..