lunes, 10 de septiembre de 2007

Familia y Evangelización de la cultura




La verdad sobre el matrimonio y la familia

Cuando decimos que la verdad es la coincidencia entre lo que decimos y lo que pensamos y entre lo que creemos y la realidad, nos estamos refiriendo a la verdad lógica. Cuando decimos que verdad es la coherencia entre lo que somos y lo que hacemos, hablamos de la verdad moral. La primera muestra lo que somos es decir el don que tenemos de Dios, la vida, los talentos que Dios nos dio. La otra muestra lo que todavía no somos y debemos llegar a ser. Una es el ser y la otra el deber o deber ser. Las dos constituyen nuestro "don y tarea".

La verdad moral de algo o de alguien, podemos llamarla también testimonio, porque se la vive más que con palabras, con la vida y las obras. Pablo VI, decía que el mundo de hoy prefiere testigos más que maestros y si acepta maestros es porque dan testimonio. Por eso cuando Juan Pablo II, le dice a la familias: "Familia sé lo que eres", está queriendo decir muestra lo que eres, los dones que te dio el Creador, los valores según los que debes vivir, para llegar a ser lo que Dios espera de ti.

Muchos hablan hoy de valores. A veces sucede que se habla más justamente de aquello que menos se tiene, tal vez porque queremos llenar con palabras el vacío de las obras o del ser. Los valores morales solamente se adquieren practicándolos y se practican por medio del ejercicio de las virtudes. Entonces para el cristiano una vida valiosa es una vida virtuosa. Sería bueno ahora, hablar de las virtudes de la familia y del testimonio de vida feliz y virtuosa que puede dar la familia cristiana en la evangelización de la cultura.

Familia, corazón de la nueva evangelización.

La cultura es el estilo de vida de un pueblo, el proyecto o el núcleo fundamental de valores con que un grupo o familia viven una vida común. Evangelizar la cultura es tratar de que ese estilo de vida se vaya pareciendo cada vez más al Evangelio. No decimos necesariamente que esto consista en predicar el Evangelio o la catequesis, más bien es vivir una vida más humana de acuerdo a un humanismo social de inspiración cristiana, aun en medio del pluralismo de fe, pero aceptando un modelo común o ideal universal de valores por la vida, la solidaridad, la justicia, la amistad y todo aquello que nos haga más humanos, recordando que el hombre ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios. Todo lo que es plenamente humano es ya inicialmente cristiano.

El estilo de vida argentino, aun en medio del profundo cambio cultural que se viene viviendo, fue ya evangelizado una vez (primera evangelización) y conserva aun mucho de cristiano, por ejemplo en formas de religiosidad popular, en valores de solidaridad y amistad, de justicia social y bien común, que podemos rescatar y transformar (nueva evangelización).

No se trata simplemente de enseñar la fe, sino más bien de practicar un estilo de vida que sirva al hombre y procure el bienestar y desarrollo integral de la persona. Aquí las familias cristianas tienen mucho para compartir y aportar a las demás. "Ved cómo se aman", decían de los primeros cristianos los paganos ,que los veían sin comprender su doctrina ni su fe. "Los cristianos son el alma del mundo", decía la Carta a Diogneto, un documento cristiano de los primeros siglos. "Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por su tierra, ni por su habla ni por sus costumbres. Porque ni habitan en ciudades exclusivas suyas, ni hablan una lengua extraña, ni llevan un género de vida aparte de los demás. Están en la carne pero no viven según la carne. Pasan el tiempo en la tierra pero su ciudad es el cielo. Obedecen las leyes establecidas, pero con su conducta van más allá de las leyes. A todos aman aunque por todos son perseguidos. Lo que el alma es al cuerpo, ellos son al mundo en que viven".

Esto les toca a las familias cristianas, "animar" y transformar la cultura desde adentro, no viviendo fuera del mundo, ni en la trinchera de la lucha por la fe, sino en la frontera del Reino de Dios que trata de revelarse y extenderse.

Familia escuela de virtudes y formadora de personas

No toda familia es de por sí, digamos por decreto, formadora de personas. Solamente lo es, la que vive las virtudes domésticas, como el diálogo, el respeto, la atención al otro; la que respeta los procesos de cada uno y ayuda a sus miembros a crecer, a ser plenamente libres, a ser ellos mismos. Hay diferencias entre una familia y un clan. Un clan es aquel grupo en el que todos tienen un rol rígidamente asignado y no se espera de ellos que cambien. Todos están "marcados" con una imagen y un papel o máscara que representan. El grupo "ya sabe lo que es y debe hacer cada uno" y no deja cambiar ni crecer. Una familia en cambio se preocupa por cada uno de sus miembros y los ayuda a crecer. Sus virtudes características, son la fidelidad, el discernimiento, la memoria de ser y de sus fuentes, la gratitud y la esperanza. Una familia es una iglesia doméstica que celebra y agradece el sacramento del matrimonio y la familia, celebra el perdón y la reconciliación y vive la vida teologal con fe, esperanza y caridad en Dios y en los propios miembros de la familia.

La verdad sobre el cuerpo, la sexualidad y el matrimonio

La verdad sobre el hombre y la familia, tiene sus raíces más profundas en la comprensión cristiana del cuerpo y la sexualidad. El cristiano ve en su propia sexualidad una imagen esponsal de Dios, que es aquel amor en el que tres personas son una y viven una en la otra. Considera además su cuerpo, como sacramento original de la persona y del Dios amor que es y da la vida. Aquí se toca una de las raíces más profundas de la negatividad de la cultura moderna o postmoderna que vivimos, que contamina el amor y la vida y por eso trae la perversión de la imagen de la familia, del cuerpo, de la sexualidad, de la mujer y de la sociedad.

Familia fundamento de la civilización del amor

Dios en la creación, puso a la familia como forma del mundo. Así como un arquitecto tiene in mente un proyecto y el artista un boceto cuando diseñan su obra, de la misma manera Dios tuvo la imagen de la familia, cuando creó el mundo. Todo lo hizo según la forma y el fin de la familia. Así hace el mundo como casa y hogar de los hombres, la sociedad como comunidad de familias en la que todos aprenden a ser hermanos, padres, hijos y amigos, y la Iglesia misma, misterio de comunión, que es su obra final y la vocación definitiva a la que llama a todo hombre, una familia que por eso Iglesia doméstica, en la que todos aprenden a vivir en comunión, en la que se recibe la primera catequesis y se aprende a orar, y se conoce la primera relación con Dios Padre y Madre, del que todos aprenden a ser hijos.

Juan Carlos Meinvielle sdb

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen artículo. Me encanta leer tus blogs porque eliges muy bien a los ponentes.