martes, 7 de agosto de 2007

Familia: primer agente socializador


La familia es el primer y más importante agente de socialización. Es allí donde se aprenden las primeras normas de convivencia, se eligen los temas de conversación, la forma de responder a los requerimientos. También se aprende a construir los vínculos entre sus miembros y se adquieren expectativas en el ejercicio de los roles.

A medida que sus integrantes crecen, las relaciones entre ellos van cambiando, y los estilos y las pautas que resultaban útiles hasta ese momento dejan de serlo. Esto se observa cuando, al entrar en la adolescencia, comienzan algunos enfrentamientos con el mundo adulto que se focalizan en dos ejes: la necesidad de compartir los espacios comunes y la preservación de la individualidad.

El adolescente logra su autonomía y crecimiento en un movimiento de intercambios y experiencias entre ambas opciones. No siempre la familia es un refugio de amor, ni la familia unida otorga garantías para permitir ese pasaje a la etapa adulta con salud, aunque los más profundos sentimientos humanos tienen su origen en la familia, “los mejores: amor-compasión y los peores: agresión-violencia-incesto-asesinato" (UNICEF 1993).

Las familias transmiten también modelos de privilegio y de desigualdades sociales; por eso es conveniente que las acciones de prevención estén dirigidas a estos aspectos y que se extiendan a las familias que los propios jóvenes construyan en el futuro.

Para poder inaugurar nuevas historias será necesario superar o ayudar a superar ese círculo vicioso en el que están atrapados por la reproducción de los modelos. Debe tenerse en cuenta que las familias ensambladas -“los tuyos, los míos, los nuestros”- registran un paulatino aumento, calculándose que en un futuro próximo superarán en número a las tradicionales.

El concepto de familia deberá adaptarse a la nueva realidad de su constitución; también la familia con un solo adulto a cargo. Es probable que en los próximos años muchos de los adolescentes argentinos pasen esta etapa en tipos de familias diferentes a las tradicionales.

Para aplicar la metodología enunciada es necesario que las observaciones y preguntas cumplan la función de explicitar lo no manifiesto, o bien ratificar lo manifestado por el adolescente con el propósito de detectar los factores de riesgo.

La violencia ejercida sobre niños y adolescentes, sea ésta física, psíquica, verbal o gestual, provoca serias alteraciones en el crecimiento y desarrollo.

biopsicosocial, afectando de esta manera su salud y su calidad de vida presentes y futuras. La familia muestra, a la vez, sus límites como matriz continente y supervisora de la evolución de sus hijos. Esta situación se puede dar también en otros contextos, como las instituciones escolares o de minoridad.

La comunidad también desempeña un papel importante, debido a que tiene una misión protectora y solidaria, especialmente respecto de las poblaciones más vulnerables. Cuando ésta se desentiende, el problema se agrava.

Los adultos, profesionales o no, podemos detectar estas situaciones teniendo presentes las diferentes formas de violencia. Comprometerse con esta problemática significa la posibilidad de neutralizar a los agentes mal tratantes (victimarios), sean éstos intra familiares o extra familiares.

Debemos estar atentos al maltrato de niños y adolescentes, sea éste físico, psíquico, verbal ó gestual; si son víctimas de negligencia o abandono, abuso sexual y/o violación. Es importante conocer si presencian y conviven con violencia conyugal o violencia entre los adultos convivientes. Todas estas situaciones afectan seriamente su salud.

Es importante saber que los adultos tenemos incorporadas barreras culturales que nos impiden preguntar: ¿Cómo me voy a meter en lo que pasa en otra familia?¿Cómo le voy a preguntar esas cosas...? Sin embargo, si no vencemos esas barreras... ¡los niños seguirán siendo víctimas!

Los niños y adolescentes nos muestran a través de sus comportamientos, pedidos de ayuda. Escucharlos con atención y creerles nos da la posibilidad de convertirnos en personas confiables para ellos.

Fuente: Dr. Cándido Roldán Pediatra, especialista en Medicina de la Adolescencia.

1 comentario:

Luisa Loida dijo...

felicitaciones excelente reflexión. sigue adelante edificando a las familias del mundo.