viernes, 27 de julio de 2007

El consultor familiar y la Pastoral Familiar hoy



Podríamos comenzar diciendo que, el consultor familiar y la Pastoral Familiar, tienen que conformar un mecanismo a la medida de la realidad de cada familia particular con la que deben tratar, ¿será eso posible?, si nos capacitamos, todo puede ser posible.

En el año 1995, siendo alumna del Instituto, se me propuso concurrir a las reuniones que todos los meses realizaba el Secretariado Arquidiocesano de la Familia en calidad de Delegada por el Instituto para el Matrimonio y la Familia.

Cuando asistí por primera vez todo era nuevo, yo venía de la Catequesis donde todo parece ser más dinámico por la cantidad de recursos, personas, lugares de inserción pero, en el Secretariado sólo se hablaba de Prematrimoniales y se hacía alguna que otra alusión al tema de la vida para el cual estaban presentes delegados de los Movimientos que se ocupan puntualmente del tema.

Más tarde, al renovarse la composición del Secretariado me desempeñé en la coordinación del mismo que estaba integrado por egresados de este mismo Instituto, compañeros de la primera promoción.

Comenzamos con mucho entusiasmo y empeño a concurrir a las reuniones de la Junta Nacional de Pastoral Familiar donde nos dimos cuenta que en nuestra Arquidiócesis había mucho por hacer, que se iba caminando en varios sentidos pero aún no se lograba definir concretamente los campos de actuación de la Pastoral Familiar. El Directorio publicado por la CEA comenzó a ser el manual por excelencia en el tema. Se trabajó mucho, se avanzaba y retrocedía permanentemente y aún se volvía sobre los mismos temas una y otra vez.

En el año 1997 tuve la oportunidad de concurrir al Encuentro Mundial del Papa con las Familias en Brasil. Participar en el Congreso Teológico Pastoral marcó en mí, un antes y un después; pude unir todo lo recogido en el Seminario Catequístico, de contenidos mayoritariamente teológicos y filosóficos, con el conocimiento de la Pastoral.

Debo decir que para mí fue un descubrimiento comenzar a comprender que la Pastoral Familiar tiene dos campos principales de misión, uno hacia el interior de la familia y otro hacia el exterior hacia los campos social y eclesial. Ahí descubrí también que ser un Agente y Consultor de Pastoral Familiar tiene numerosos ámbitos de misión en esos dos sentidos.

Por esa razón no me instalé cómodamente en la Pastoral Familiar mirando sólo hacia el interior de la misma sino que traté de desarrollar el mismo esquema, una mirada al interior del Secretariado de la Familia y otra mirada hacia el conjunto de la Pastoral de la Iglesia y aún de la Sociedad en la que nosotros, laicos bautizados, tenemos que ver, reflexionar y actuar.

Los inconvenientes han sido y siguen siendo muchos pero cada vez menos y, el principal obstáculo para avanzar es el desconocimiento sobre qué es la Pastoral Familiar por parte de muchos de sus agentes: laicos, clero, religiosos, consagrados pero, son cada vez menos los que se resisten a aceptar que el futuro de la humanidad se fragua en la familia (Juan Pablo II). A medida que se va difundiendo la buena noticia del matrimonio y la familia, van cayendo muchas barreras y hoy a casi nadie se le ocurriría discutir el valor de la familia y su misión en el mundo. A eso han contribuido numerosos agentes de pastoral teniendo la oportunidad de profundizar en esta temática que, dado que la familia es una realidad en permanente construcción, no se agota ni se agotará jamás.

Todavía queda mucho por ver, por reflexionar y por hacer, es tarea a la que todos y cada uno de los agentes y consultores pastorales estamos llamados. En este navegar mar adentro que nos han propuesto los obispos argentinos, una de las tareas que se nos propone encarar desde la nueva evangelización es, precisamente, la realidad del matrimonio y la familia, realidad que hoy es muy diversa, con todas y cada una de las nuevas configuraciones familiares, con todas y cada una de las problemáticas y de los desafíos que se nos presentan a las familias, sea en el matrimonio con sus temáticas específicas como el ejercicio de la sexualidad, la comunicación, la educación de los hijos, las relaciones con la familia ampliada, las separaciones y nuevas uniones y los inconvenientes que acarrean, en fin, hay numerosísimas situaciones que podemos acompañar.

Qué no puede faltar en la misión de un agente de pastoral familiar:

El conocimiento de la realidad actual de muchas familias, tanto en lo que hace a su interior como a la realidad social en la que está inserta, realidad que tenemos que aprender a amar como Jesús amó la de su tiempo.

Conocer la realidad puede darnos una visión de las herramientas que necesitamos para reflexionar sobre la misma.

Cómo nos paramos frente a esa realidad para dar una respuesta si se nos es solicitada.

Desde dónde respondemos, si desde la propia visión de la realidad, si desde la realidad misma o si lo hacemos desde lo que la realidad está afectando a una familia concreta a la que tenemos que ayudar a seguir caminando en unidad y, en el caso de la familia cristiana, a seguir caminando con Cristo y a confiar en que por el sacramento del matrimonio estamos indisolublemente unidos a Él que estará con nosotros hasta el final.

Aquí me detengo en una apreciación personal: el fortalecimiento de la propia espiritualidad, el sabernos acompañados por el Buen Pastor que da la vida por cada una de sus ovejas, el escuchar y reflexionar su Palabra, que no es cualquier palabra sino Palabra que da vida y salva, es la mejor herramienta que contamos para navegar mar adentro en el océano del nuevo milenio con todos sus desafíos; apasionantes como apasionante es la vida y la época que nos toca vivir llevando esperanza a cuantas familias podamos para compartir y ayudarnos mutuamente.

Como agentes y consultores familiares tenemos un gran desafío y los desafíos no se resuelven en soledad sino en comunidad, en equipo. Allá por el año 1996, egresando de la primera promoción del Instituto, tanto su director el Padre Meinvielle como algunos de los alumnos, tuvimos una inquietud, seguir comunicados y reunirnos periódicamente y que ese lugar fuera un centro de pensamiento, investigación y reflexión sobre la familia y su misión en la iglesia y en el mundo, sobre nuestra misión y nuestro fortalecimiento. Soñamos aún hoy con la concreción de un Centro de ex alumnos, un Grupo de Amigos donde podamos compartir experiencias, fortalecernos y animarnos mutuamente, elaborar propuestas, en fin, esperamos que algún día pueda verse concretado.

Para concluir, diría por experiencia propia, que la tarea de un consultor familiar comienza por tener lugar en la propia familia, atendiendo la fragilidad de nuestro cónyuge, de nuestros hijos, tejiendo lazos de atención mutua, y también con nuestros parientes y amigos.

Luego puede darse por añadidura, la misión en la iglesia y en el mundo a través de alguna tarea concreta por ejemplo a través del ministerio de la escucha o en otras áreas: prebautismales, prematrimoniales, algún movimiento, asociación o institución, y sobre todo, atendiendo con especial atención al acompañamiento personal de los matrimonios jóvenes

Estas actividades se desarrollan comúnmente en la Parroquia pero también hay en la Pastoral de conjunto, otros ámbitos a los cuales la Pastoral Familiar puede aportar mucho como: Pastoral Social, Pastoral de la Salud, Catequesis, Cáritas, en fin, todo, porque la familia está presente en todas ellas.

No nos desanimemos porque la tarea es mucha, siguen y seguirán produciéndose grandes cambios sociales y culturales y, ante ellos, nuestra misión, vuelvo a repetir es: ver, reflexionar y actuar para llegar a la verdad.


Para meditar y fortalecernos en la misión

"Fortalézcanse en el Señor con su energía y su fuerza. Lleven con ustedes todas las armas de Dios para que puedan resistir las maniobras del diablo. Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras: los espíritus y fuerzas sobrenaturales del mal.
Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse firmes valiéndose de todas sus armas. Tomen la verdad como cinturón y la justicia como coraza: tengan buen calzado, y así estar listos para propagar el Evangelio de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así poder atajar las flechas incendiarias del demonio. Por último, usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios. Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo a favor de todos los santos, sus hermanos "(Ef. 6, l0-18)


María Inés Maceratesi de Losino

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola María Inés Maceratesi

Vi tu articulo en internet el del consultor familiar y consultor pastoral hoy, me parecio muy interesante, sin embargo solo tengo una duda, menciona en tu perfil que eres consultora familiar, que estudiaste en el Instituto para el matrimonio y la familia, mi duda es el instituto en donde estudiaste es el que creó Juan Pablo II?

Muchas gracias por tu tiempo

Atentamente

Yazmin E. Ponce